Tranquilidad profunda

La soledad es el lujo más preciado en una de las ciudades más pobladas del mundo
Un refugio en la encrucijada de la historia

Nueva Delhi, la segunda ciudad más poblada del mundo, es un asalto a los sentidos. Una mezcla de ruinas medievales, arquitectura del imperio británico y vida frenética en sus calles, combina partes iguales de magia y locura. En una ciudad con más de 21 millones de habitantes, The Lodhi parece habitar un mundo aparte, ubicado en casi tres hectáreas de inmaculados jardines, el hotel ofrece a los huéspedes un oasis residencial con su recreación contemporánea de un palacio fortaleza indio.

En la intersección de un parque colonial tachonado de tumbas del sultanato, un lugar de culto sufí de siglos de antigüedad y el gran mausoleo de un emperador mogol, se eleva The Lodhi con todas las experiencias y los servicios que uno espera de un hotel de lujo en un destino altamente fascinante desde el punto de vista histórico y cultural, que incluye recorridos de compras y panorámicos, exposiciones de arte en el lugar y clases de cocina.

Sin embargo, su característica menos común es una calidad mucho más sutil, una que es difícil de encontrar en los hoteles urbanos, especialmente en Delhi. Lo que The Lodhi ofrece es un escape total de todo, y que tiene sus raíces en las filosofías ascéticas y centradas en el interior del individuo de India.

Altos cielorrasos y pantallas filigranadas crean una sensación de privacidad mayor.
La suite Sultán dúplex ostenta unos impactantes 464,5 metros cuadrados, pero todas las habitaciones cuentan con tamaños que superan el estándar de la ciudad.
Tranquilo patio interior de The Lodhi.
Desde las piscinas de inmersión privadas del hotel, los huéspedes pueden contemplar una vista de la tumba de Humayun, precursor del Taj Mahal.
Recluido pero amplio

El hotel está diseñado para sentirse como un refugio. Su tamaño monumental es un eco de la ciudad que lo rodea, pero lo hace en susurros. Kerry Hill, el arquitecto australiano del hotel, incorporó elementos de la tradición indo-sarracena de Asia del Sur, incluidas galerías de columnas en arenisca que recuerdan las galerías mogoles, jardines de verde esmeralda y piscinas de aguas cristalinas que dividen los terrenos, y jalis, o pantallas filigranadas, que rodean los edificios como encaje, creando juegos encantadores de luces y sombras al tiempo que permiten ver el mundo exterior. Los altos cielorrasos y los atrios distribuidos crean una sensación de amplitud elevada.

La yuxtaposición de intimidad y ligereza que se logra en las zonas públicas del hotel se ve replicada en los alojamientos de tamaño resort. Las habitaciones se cuentan entre las más amplias de la ciudad, y la mayoría son en estilo suite, con medidas mínimas de 124 metros cuadrados. Los espacios pueden dividirse con puertas deslizantes para crear ambientes semejantes a un apartamento, además, estas puertas también reemplazan las cortinas en las grandes ventanas panorámicas, una forma excelente de filtrar la fuerte luz solar. Las zonas exteriores también son de volúmenes generosos. La mayoría de las habitaciones cuenta con galerías semiprotegidas por pantallas, de la longitud de toda la habitación y coronadas con piscinas de inmersión privadas. Amplios escalones descienden hasta la base, inspirados en los baoris o aljibes escalonados de la India. Después de un día dedicado a pasear bajo los rayos del sol, no hay mayor placer que relajarse en estas piscinas frescas, con temperatura regulada. Desde este gloriosamente privado punto panorámico (en especial en los pisos superiores) se abren vistas de exuberante verde, con cúpulas históricas que surgen aquí y allá.

Detrás de toda esta arquitectura, The Lodhi es un refugio personalizado, con un menú previo a la llegada que permite a los huéspedes elegir todo, desde el estilo de servicio (de “intenso” a “discreto”) y productos de baño ayurvédicos preferidos, hasta detalles de cortesía como masajes de reflexología o baños aromáticos preparados en el momento de llegada. Hay disponibles instalaciones de gimnasio y spa, además de canchas de tenis y baños turcos, que permiten a los huéspedes permanecer dentro de los límites del hotel durante todo el tiempo que lo deseen.